Si somos conscientes de que nuestros pequeños gestos están contribuyendo a conservar el planeta, cada vez que hagamos uno de llos nos producirá una satisfacción personal.

Cuando se nos pide a los ciudadanos que tengamos un comportamiento que proteja al medio ambiente se suele aludir a la responsabilidad individual, a la conservación del planeta, al futuro de las generaciones venideras y otros objetivos que compensarían el esfuerzo que nos supone actuar así.

Pero para muchos de nosotros ese esfuerzo no existe.

Los pequeños gestos que podemos hacer cada uno de nosotros son, en sí mismos, un “chute de satisfacción” por poder contribuir, de una forma tan sencilla, a la mejora del planeta.

Cerrar el grifo del agua, bajar un grado la calefacción o el aire acondicionado, tirar cada residuo a su contenedor, apagar esa luz que no necesitas y tantos pequeños gestos no son esfuerzo, se convierten en una satisfacción.

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